Sobre el conocimiento tácito y explícito

Posterior a conocer un poco más esta semana sobre el conocimiento tácito y explícito, me vino a la mente la idea de que son raras las ocasiones en las que me pongo a reflexionar cómo o cuándo es que aprendí algo. Es como si el aprendizaje muchas veces sucediera solo, y cuando menos lo crees, sabes hacer algo.

Y este aprendizaje puede ser tan veloz como lo decidamos, tan adaptado a las cambiantes condiciones de nuestro contexto, porque como lo comentan en el video de «The Future Revolves in Knowledge Management», los cambios son iniciados por nuestras necesidades, y somos nosotros quienes creamos la tecnología. A partir de esto, seríamos nosotros quienes deberíamos de dominar a la tecnología, y no viceversa. ¿Porqué sucede entonces esto? ¿Porqué es tan difícil ir a la par de esta revolución tecnológica e informativa que estamos viviendo hoy en día?

Pensando en sabernos adaptar, me pareció sumamente interesante el proceso de los 4 pasos propuesto por Nonaka y Takeuchi sobre el tránsito del conocimiento de lo explícito a lo tácito. En este ciclo creador, en donde los pilares se van fundamentando en aspectos tan importantes como el trabajo en equipo, la organización de la información,  creación de ambientes de aprendizaje, y finalmente puesta en práctica de los conocimientos adquiridos, van dando paso a obtener el «know how» sobre cierto tema. Creo que es vital comprender estos flujos de información, y hasta que punto podemos influir de manera positiva o negativa en su creación.

Una correcta administración de conocimiento nos puede permitir llenar huecos de información para comprender mejor, tener mayor capacidad para poder compartir este conocimiento en pro de algo mas, crear ambientes mas colaborativos y maximizar el uso de las nuevas tecnologías. Por ello la importancia de lograr crear comunidades de aprendizaje, bien estructuradas, que tengan impactos sociales positivos.

No creo que toda información o idea que desarrollamos como individuos deba de transformarse en algo colectivo. Todo aprendizaje personal suma a crear la persona que hoy somos, pero no todo amerita ser compartido. Hay que saber discriminar hasta que punto queremos ser influenciados o influenciar, y de qué manera. Esto dependerá en gran medida, del ambiente en donde nos desarrollamos, y de nuestra personalidad también.  Un ejemplo de ello podría ser un docente que de alguna manera poco explicable, tiene una sensibilidad ante las necesidades de sus alumnos. No sabe bien porqué, pero reconoce cuando si o cuando no hacer una actividad, porqué tal o cual día no es la mejor de las ideas leer este cuento que podría tocar fibras emocionales. Este tipo de «intuiciones» son aquellas que no puedes hacer explícitas, no hay un método para enseñarlas, solo se sienten.

Sin embargo, un buen ejemplo del flujo inverso, de explícito a tácito, es cuando un docente o líder de grado, comparte una estrategia de enseñanza con el resto del equipo. Los demás están expuestos a esta estrategia que presenta una forma de ejecución y resultados esperados, y puede entonces ser aprendida y puesta en práctica por los demás. Cada maestro podrá darle su toque personal e irla modificando, pero ya adquirió la información de una fuente externa.

Me gustaría terminar la reflexión sobre el tema con esta frase de los videos de esta semana, que comenta que «la información sola, es incolora, pero cuando se comparte, se llena de color.» El aprendizaje compartido genera impacto, crea, cambia, da vida, y si no fuera por esto, ¿cómo sería nuestra sociedad hoy en día?

Deja un comentario